Si nos retraemos a finales del año 2019, momento en el que ya estábamos superando una de las crisis más importantes de las últimas décadas, nada nos hacía pensar que, a comienzos de 2020, tendríamos que enfrentarnos a una pandemia, la del covid-19, que supuso, además de la pérdida de muchas vidas humanas, un nuevo golpe para la economía del país y para el tejido empresarial.
Este hecho nos obligó a tomar drásticas decisiones y a adaptarnos a nuevos escenarios, caracterizados por un cambio de hábitos, de nuevas formas de actuar, de relacionarse y de hacer negocios.
Tras dos años de pandemia, y cuando la estábamos dejando atrás, alcanzando una nueva normalidad, otro hecho excepcional, como es la guerra de Ucrania, surgió poniendo en peligro las estructuras económico-financieras del mundo.
Aumento en los precios de los suministros (petróleo, gas, etcétera.), escasez y aumento de precios en las materias primas, problemas de abastecimiento, aumento de los costes de producción, cierre de mercados exteriores, etcétera son algunas de las consecuencias que han sufrido las empresas y, por ende, la sociedad europea, española y extremeña.
Todo este escenario dibuja ante nosotros un futuro lleno de incertidumbre, pero también plagado de retos. Y en este nuevo contexto se hacen más necesarias que nunca organizaciones, empresas y personas dispuestas a liderar este nuevo entorno económico y social.
Y en este sentido, si hay una organización que ha demostrado fortaleza, liderazgo, sacrificio, adaptación y capacitación para semejante desafío, esa es la empresa familiar.
Gracias a unos valores sólidos que constituyen la base de su existencia y de su actuación, las empresas familiares son organizaciones comprometidas con su entorno, cercanas a sus trabajadores, con visión de futuro y generadoras de un valor añadido no solo económico, sino también social, convirtiéndolas en mucho más que simples equipos de trabajo.
Y son estos valores sobre los que debemos edificar la recuperación económica y social necesaria en Extremadura, tras la pandemia del covid y ante los nuevos acontecimientos que están afectando a la actividad económica y el desarrollo social.
Precisamente en esos momentos de máxima dificultad es cuando aflora, con más fuerza si cabe, su responsabilidad con los trabajadores, con los clientes, proveedores… y con la sociedad en general.
Desde la empresa familiar queremos trabajar intensamente para diseñar, con hechos, las directrices que nos permitan superar este presente, afrontar ese futuro y alcanzar una realidad próspera y sostenible.
En palabras del presidente de la Junta de Extremadura, en el acto de clausura del II Congreso Regional de la Empresa Familiar celebrado el pasado año, «lo que vaya a ser de la empresa familiar en los próximos tiempos va a marcar lo que va a ser de esta tierra. A Extremadura le va a ir bien o mal en el futuro, si le va bien o mal a la empresa familiar».
Por eso, desde la Asociación Extremeña de la Empresa Familiar venimos defiendo la necesidad de poner el foco en la empresa familiar y crear las condiciones y el entorno necesario para su desarrollo, crecimiento y continuidad, aspecto este fundamental para garantizar el presente y el futuro de nuestra región. Nuestra región cuenta con grandes oportunidades, con recursos, tanto naturales como humanos, para hacer de Extremadura el sitio donde las personas puedan desarrollar su proyecto de vida, y ese es el gran reto al que nos enfrentamos.
Solo si entendemos que la empresa familiar es un bien común que debemos cuidar entre todos, lograremos que siga siendo el pilar fundamental de nuestra economía regional, y la principal generadora de bienestar, riqueza y empleo, garantizando un presente y un futuro mejor para la sociedad.
Una empresa familiar extremeña en la que las nuevas generaciones están asumiendo el protagonismo, asegurando con ello el relevo generacional, y que están preparadas para afrontar importantes desafíos como la digitalización, la innovación, la profesionalización, … y el liderazgo empresarial de nuestra región.
Un nuevo escenario se presenta y que nos obliga a redefinir el proyecto presente y futuro que queremos para nuestra región. Ese objetivo pasa de forma insoslayable por la reindustrialización, apuesta que supondría un paso al frente en el desarrollo económico y social, salir del vagón de cola de las principales economías e ir desprendiéndonos de la dependencia de los mercados exteriores que, como hemos podido comprobar en los últimos años, nos condicionan. En este proceso, la empresa familiar tiene mucho que decir y, como parte integrante de ese colectivo, vamos a estar presentes, abanderando nuevas iniciativas y contribuyendo con lo mejor de todos nosotros al futuro de Extremadura y de España.
Demasiadas preguntas y pocas respuestas, demasiadas creencias arraigadas y pocas certezas efectivas. Es momento de reflexionar, de entender que está pasando, de colaborar, de conseguir que estos momentos de transición, y desafíos que ni siquiera imaginamos a día de hoy, sean una oportunidad real. Para eso necesitamos tener planes ambiciosos de manera consensuada, pero a la vez, estamos obligados a que el corto plazo no erosione demasiado el presente. Es nuestra manera de mirar los problemas, y mas necesario que nunca, ponerlas en valor.
Miguel Angel Leal, Presidente de la Asociación Extremeña de la Empresa Familiar.
Fecha de noticia: 29-06-2023
Medio de comunicación: El Periódico Extremadura